🧠 IA Y EL PODER DE LAS BUENAS INSTRUCCIONES
Por qué los prompts siguen siendo el superpoder más infravalorado en la era de la IA

“El mayor problema en la comunicación es la ilusión de que ha ocurrido.”
George Bernard Shaw
He facilitado decenas de talleres sobre inteligencia artificial en colegios, universidades, empresas y organizaciones; y siempre ocurre lo mismo: la mayoría de personas subestima el poder de los prompts —las instrucciones que damos a las herramientas de IA— hasta que, de pronto, descubren que una frase bien escrita puede cambiarlo todo.
Esa sensación de frustración al no obtener el resultado esperado desaparece cuando entendemos que la IA no “adivina” lo que queremos; nos responde en función de lo que pedimos; y la calidad de nuestras instrucciones define la calidad de sus resultados: garbage in, garbage out o, basura entra, basura sale; como solían decir los programadores a mediados del siglo XX, y hoy dicen los analistas de datos y expertos en IA.
El nuevo lenguaje del trabajo
Hoy trabajamos con sistemas capaces de redactar textos, analizar datos, crear diseños o resumir información en segundos; pero, detrás de esa aparente magia hay algo profundamente humano: la claridad para comunicar lo que queremos lograr.
En todos los talleres que he dirigido —desde aquellos dirigidos a directivos de organizaciones, hasta aquellos dedicados a jóvenes postulantes a universidades, que vivirán una realidad laboral que apenas está asomando—, las personas descubren que prompting no es una técnica reservada a programadores o expertos en tecnología; es una habilidad transversal, tan valiosa para un diseñador como para un abogado, un periodista o un emprendedor.
En esencia, un buen prompt es una instrucción bien diseñada para pensar y producir mejor. Y eso vale para la casi todos los trabajos u oficios.
Las tres capas del prompting eficaz
Si deseas crear una buena instrucción -un buen prompt-, recuerda este patrón de tres niveles:
Claridad: Define con precisión qué quieres y qué no quieres.
Ejemplo: “Redacta un correo formal para un cliente que no respondió, con tono cordial y profesional” es más claro que “Hazme un correo para un cliente”.
Contexto: Toda IA necesita referencias. Cuanto más contexto damos —datos, formato, público, propósito—, más pertinente será la respuesta.
En mis talleres, siempre digo: “Los prompts son como briefings creativos: cuanto mejor explicas el problema, mejor será la solución”.
Corrección iterativa: Los mejores resultados no llegan al primer intento; se construyen con retroalimentación. Pedir a la IA que mejore, simplifique o reescriba algo es parte del proceso.
En palabras simples: el prompting no es un acto, es una conversación.
De usuarios pasivos a diseñadores de instrucciones
Uno de los errores más comunes es pensar que “la IA lo hace todo”; pero, lo cierto es que la IA amplifica lo que ya somos capaces de expresar. Si pedimos con ambigüedad, obtendremos respuestas ambiguas. Si pedimos con precisión, obtendremos resultados valiosos.
Durante los últimos talleres de prompting que he dictado, he podido observar algo revelador: quienes tenían más experiencia laboral, pero menos familiaridad con IA, eran también los que más rápido mejoraban sus resultados al aprender a dar instrucciones claras. ¿Por qué? Porque sabían lo que querían lograr, solo necesitaban traducirlo a un nuevo lenguaje. Es cierto que no ocurre siempre, pero puedo afirmar que ha sido casi un patrón.
Ese lenguaje —el de los prompts— es la alfabetización profesional de esta década. Saber formular buenas instrucciones será tan importante como saber escribir un correo, hacer una presentación o dirigir una reunión.
De la productividad mecánica a la productividad cognitiva
Los cursos de IA y productividad, como los ofrecidos en Coursera, LinkedIn Learning, Santander Open Academy u OpenAI Academy; coinciden en una idea: la IA no reemplaza la iniciativa humana, sino que la amplifica. Cuando usamos herramientas como Gemini, ChatGPT o Copilot, no solo ahorramos tiempo; entrenamos nuestra capacidad de estructurar el pensamiento. Aprendemos a:
Formular objetivos claros.
Traducir ideas abstractas en tareas concretas.
Sintetizar y evaluar información con sentido crítico.
La productividad ya no depende solo de hacer más en menos tiempo, sino de pensar mejor, con ayuda de la IA.
Prompts como herramienta de liderazgo
En gestión de proyectos, una de mis áreas de expertise, por ejemplo, los líderes más eficaces no son los que “hacen más cosas”, sino los que formulan las preguntas correctas. La IA lleva esa lógica al siguiente nivel. En esta área, la IA puede:
Identificar riesgos potenciales.
Proponer estrategias alternativas.
Sintetizar aprendizajes de reuniones.
Y mucho más.
Todo parte de un buen prompt, que en el fondo es un ejercicio de claridad mental y liderazgo comunicativo.
El hábito de pensar antes de pedir
Formular prompts es una práctica deliberada, como la técnica Pomodoro o la revisión semanal de Getting Things Done. Requiere detenerse unos segundos para pensar qué quiero lograr y cómo sabré que la respuesta es buena.
Podríamos decir que el prompting es la versión moderna del hábito de planificar; y como todo hábito, se entrena
Pensar mejor para trabajar mejor
En un mundo donde las herramientas cambian cada mes, hay algo que no cambia: la necesidad de pensar con claridad. La IA generativa no nos exime de hacerlo; al contrario, nos obliga a hacerlo mejor.
Cada vez que damos una buena instrucción, estamos afinando nuestras habilidades cognitivas, comunicativas y estratégicas. Y eso —más allá de la herramienta o el modelo que usemos— es lo que realmente nos vuelve productivos.
Gracias por leer este artículo; si quieres profundizar o llevar estas ideas a tu trabajo, escríbeme a alberto@focoproductivo.org —estaré encantado de ayudarte.




